La historia de Charles y Ray Eames es más que inspiradora, puesto que se trata de un matrimonio que gracias a su trabajo conjunto durante décadas consiguieron revolucionar por completo la historia del diseño industrial, no solo en Estados Unidos, sino en el mundo entero.
CHARLES EAMES
Charles Eames compaginó sus estudios de arquitectura en la Washington University de St. Louis con su trabajo como delineante para el estudio Trueblood & Graf. Sin embargo, su estancia en dicha universidad fue breve, ya que al presentar ideas demasiado modernas a ojos de los académicos, como las de Frank Lloyd Wright, fue expulsado.
En 1929 realizó un viaje a Europa que le permitió empaparse de la obra de grandes arquitectos contemporáneos como Le Corbusier, Mies van der Rohe o Walter Gropius, quienes estaban sentando las bases de la arquitectura moderna.
A su regreso a Estados Unidos consiguió abrir varios estudios, consiguiendo nuevos contactos y realizando proyectos que acabarían por llamar la atención de Eliel Saarinen, un gran compañero de oficio famoso por sus construcciones en estilo Art Nouveau. Saarinen sería quien posteriormente le consiguiera una beca de estudios en la Cranbrook Academy of Art, donde más tarde, en 1939, acabaría siendo nombrado profesor de diseño y un año después jefe de departamento.
Y donde nacería el amor entre él y Ray.
RAY EAMES
Justo el año en el que Charles era nombrado jefe del departamento de diseño se inscribía a la academia una nueva alumna: Alexandra Kaiser, apodada Ray. Anteriormente, Ray se había formado en pintura en la escuela de Hans Hofmann de Nueva York, y al poco tiempo de entrar a la academia comenzó a realizar algunos proyectos junto a Charles.
Aunque él ya estaba casado desde 1930, se divorció al prendarse de Ray en 1941, y tan solo un mes después la pareja ya contrajo matrimonio.
Es cierto que como en casi toda pareja de cierta época, el nombre masculino sobresale por encima del femenino, pero Ray fue completamente responsable de la gran visión artística que hacía que los diseños Eames pasaran de ser simples piezas de mobiliario a auténticas obras de arte.
Su trabajo estuvo muy focalizado en el diseño gráfico y textil, y su gran sentido del color y la forma ayudaron mucho a construir una estética reconocible. Esta gran dedicación la llevó a colaborar, por ejemplo, con la revista Arts & Architecture, para la cual diseñaría un total de veintisiete portadas entre 1942 y 1948.
SUS DISEÑOS
Los recién casados pronto se trasladaron a Los Ángeles, donde iniciaron una carrera conjunta que cambiaría por completo la historia del diseño industrial. Dentro de sus trabajos más destacados están las sillas Plywood (1945).
En 1950 también lanzaron las primeras sillas de plástico producidas industrialmente, conocidas como RAR, dentro de las cuales se sitúa la Rocking Chair (1952).
No obstante, su diseño más emblemático se gestó durante la época en la que trabajaron para Herman Miller, durante las décadas de los 50 y 60: el Eames Lounge (1956), un conjunto de dos piezas compuesto por un sillón (conocido como Eames Lounge) y un reposapiés (conocido como Ottoman), el cual se convirtió en el primero de sus diseños para ser fabricado y vendido en serie.
LA CASA EAMES
La colaboración de Ray con la revista Arts & Architecture sería el desencadenante para quizá el mayor proyecto de la pareja: la Casa Eames. Una casa perteneciente a un programa fundado por el editor, John Entenza, que consistía en diseñar casas que reflejaran el progreso, pero desde la modestia, centrándose en materiales prefabricados y de fácil uso.
La Casa Eames conformó el Case Study Houses No. 8, el ejemplo más exitoso del programa, gracias a su comodidad y funcionalidad, además de su gran elegancia. Una casa ubicada en Los Ángeles, en lo alto de una colina y con vistas al Océano Pacífico, conformada por dos especies de cajas (una para la vivienda y otra para el estudio) en diferentes parcelas y unidas mediante un muro de contención de hormigón y un patio.
Se trata de un diseño en el que prima la luz, teniendo una gran influencia japonesa que se mezcla con materiales modernos como el acero y el hormigón. De esta forma, el proyecto materializado en 1949 en tiempo récord, no solo se convirtió en un clásico de la arquitectura moderna, sino en el hogar de la pareja durante el resto de sus vidas.
UN LENGUAJE VISUAL PROPIO
Si bien se centraron en la creación de mobiliario, ambos trabajaron juntos en otros muchos ámbitos diferentes, llegando a crear exposiciones como Mathematica: a world of numbers…. and beyond (1961), diferentes presentaciones multimedia, o incluso cortos como el de Tops (1969), una especie de oda a las peonzas donde se plasma la importancia del diseño de juguetes, el cual Charles afirmaba que era el preludio a grandes ideas. O el posterior Power of Ten (1977), donde muestran la escala relativa del universo en factores de diez.
Todos estos trabajos son la prueba de una multidisciplinariedad que abarca una amplia gama de áreas relacionadas con el arte y de la cual muy pocos artistas son poseedores. Y es que el matrimonio Eames no solo fueron diseñadores industriales, sino creadores de un completo lenguaje visual propio y de un inmenso impacto, que logró marcar una época no solo en su país sino en el mundo entero y en la historia del diseño. Tanto es así, que sus diseños, convertidos en verdaderos clásicos, siguen siendo fabricados, sobreviviendo de forma excepcional al paso del tiempo.
Fuente imagen: Decoratrix