Nació en 1865 en Nueva York, pasó temporadas en Escocia, de dónde era su familia, y en Francia, dónde murió en 1950. Empezó su carrera como actriz, pero terminó dedicándose profesionalmente a la decoración y ganándose el título de inventora del interiorismo moderno. Aunque es difícil otorgar la invención de una profesión a una sola persona, sin duda, se merece el título de pionera.
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De Wolfe era una hipster de principio de siglo; envejecía muebles nuevos con chalk paint, pintaba estancias enteras en colores claros, usaba muebles de mimbre en los interiores, arrancaba moquetas, quitaba cortinas de terciopelo y mezclaba estilos con prudencia. Sus espacios eran ligeros, luminosos, prácticos y confortables. Detestaba los comedores por ser “la habitación más deprimente de la casa” y apostaba por los salones que conducían a la conversación. Sentía que los espacios feos eran una ofensa personal contra ella. Creía que el buen gusto se aprende y es necesario. Decía que su objetivo era hacer que todo a su alrededor fuera bello.
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También era una especie de influencer precoz. Atrajo a herederas, millonarios, escritores y personajes de la alta sociedad hambrientos de novedad. Cada verano viajaba a Francia a escoger la ropa de la siguiente temporada, sus amigas le copiaban los trajes a su regreso. Su casa era su mejor carta de presentación, famosa por los salones abiertos que celebraba los domingos a los que acudían sus amigos y conocidos. También querían copiarle la decoración, así que se convirtieron en sus primeros clientes.
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Su primer gran trabajo fue en el Colony Club, el primer club social de mujeres de Nueva York. Muchas de las socias no creían que una mujer pudiese asumir el trabajo de decorar un espacio tan grande, pero lo bordó. Cuando se inauguró, nadie hablaba de otra cosa. Le llovían los encargos, escribía columnas sobre decoración en revistas y publicó un libro.
Logró un gran reconocimiento profesional en Europa y Estados Unidos, en un terreno hasta entonces dominado por hombres. Su estiló trascendió y destrozó los cánones estilísticos masculinos. Repudió con todas sus fuerzas aquello que detestaba y luchó por crear su mundo acorde a su propia sensibilidad.