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¿Por qué las puertas de Dublín son de colores?

Si has tenido la suerte de visitar Irlanda y pasearte por las calles de Dublín, habrás visto que las puertas de sus casas dan mucho de qué hablar. 

¿Sabes a lo que nos referimos?

Cada una de las puertas está pintada con un color propio que la distingue del resto de puertas de las casas vecinas. 

Estos alegres y llamativos colores destacan sobre las sobrias fachadas de oscuro ladrillo de estilo georgiano inglés. 

Aunque inicialmente se puede pensar que estos colores son fruto de la búsqueda de contraste con el tiempo gris atlántico, la verdad es que estas puertas tan coloridas ocultan un gran número de teorías. 

Todos sabemos que en Irlanda existe un afán inconmensurable por explicar mediante leyendas todo aquello que parece inexplicable.

Y como no podía ser de otra manera, de las puertas coloridas también han nacido leyendas tan sorprendentes como las que vamos a contarte a continuación. 

Demos un paseo -de momento imaginario- por las calles de Dublín, y crucémonos con puertas rosas, amarillas, rojas, lilas o verdes, para que nos cuenten las historias más descabelladas que hay detrás de su existencia. 

 

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Rebelión contra la reina

La primera leyenda dice que, en el año 1861, cuando murió el príncipe Alberto, la Reina Victoria del Reino Unido quiso empezar un luto muy, muy riguroso por la muerte de su esposo. 

A causa de este luto, la reina decidió dejar de aparecer en público durante una buena temporada. 

Pero eso no fue todo: la reina pidió que todos los ingleses -incluidos los irlandeses- compartiesen este luto pintando de negro las puertas de las casas. 

A los dublineses no les faltó tiempo, y rebeldes e insumisos, decidieron pintar las puertas de las casas de colores vivos y llamativos. 

Podemos ver, por ejemplo, que los londinenses fueron más obedientes, y es por ello que hoy en día muchas de las puertas de Londres son de color oscuro. 




¡Esta no es tu casa!

Mezclar la noche irlandesa con grandes pintas de cerveza sólo puede provocar una cosa: confusión. 

Según esta leyenda, los irlandeses a veces llegaban tan borrachos a su casa, que se confundían y picaban en la puerta del vecino. 

Pero la historia va un poco más allá. Se dice que a finales del siglo XIX los escritores George Moore y Oliver St. John Gogarty eran vecinos. Se ve que Gogarty tenía el hábito de llegar borracho a casa y golpear la puerta de Moore, por lo que Moore decidió pintarla de un verde brillante para que no se confundiera más. 

Al ver esto, Gogarty se enfadó y decidió pintar la suya de rojo: y esta mini competición hizo que el resto de vecinos empezaran a pintar también sus puertas de otros colores. 


Hay otra versión más negra de esta leyenda, que dice que un hombre que iba muy borracho entró en su casa y vio que su mujer estaba con otro hombre, por lo que decidió matarlos a los dos. 

Al despertarse al día siguiente, se dio cuenta de que se había equivocado de puerta y había entrado en casa de los vecinos, por lo que se empezaron a pintar las puertas para diferenciarlas entre ellas y evitar dramas de tal calibre.

 

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Un color para cada profesión

¡Vamos a por la tercera leyenda!

Esta leyenda cuenta que las puertas de Dublín son de distintos colores por una cuestión de marketing. Sí, como oyes, se dice que cada trabajador pintaba su puerta de un color para relacionarla con un oficio concreto y así se pudiera distinguir rápidamente qué servicio se ofrecía en aquella casa. 

Por ejemplo, los mecánicos las pintaban de rojo, y los zapateros de azul: así todo el mundo podía identificar rápidamente qué trabajo se realizaba en cada hogar.

 

¡Originalidad al poder!

Esta historia no es tan fantasiosa, pero es de las más comunes y repetidas, por lo que también queremos que la escuches. 

A inicios del siglo XVIII, Dublín era una de las ciudades más prominentes del Imperio Británico. 

Esto hizo que sus habitantes empezaran a construir casas muy elegantes de estilo georgiano que tenían todas las puertas del mismo color. A la hora de construir las casas, los dublineses tenían que ceñirse a unas directrices muy estrictas que carecían de originalidad. 

Es por ello que, y para romper con las normas impuestas, los residentes quisieron empezar a pintar las puertas de colores, por lo que la creatividad de la población fue el impulso que llevó el color a las puertas dublinesas. 

¿Qué te han parecido las historias? ¿Cuál de ellas te gustaría que fuese la real?

En realidad, poco importa cuál sea la verdad: lo relevante aquí es que las puertas coloridas de Dublín son maravillosas y que aportan brillo y alegría a todas sus calles. Sea cuál sea la razón de su existencia, celebramos que los dublineses hayan decidido conservar esta tradición que tanto embellece la ciudad.